En un breve testimonio de su encuentro con Ricardo Palma, en 1888, en la Biblioteca Nacional peruana, de la que éste era Director, el poeta Rubén Darío lo caracterizó como “la primera figura literaria” del Perú, considerándolo un “glorioso príncipe del ingenio” al que reconocía como fundador de la tradición, aquella modalidad narrativa que luego se extendió por todo el ámbito hispanoamericano.
Ricardo Palma (Lima, 1883 – 1919), hijo de pardos humildes, llegó a ser un escritor de extendido prestigio, verdaderamente popular, renovador del costumbrismo y dotado de una escritura satírica vinculada al historicismo romántico, que fue tardío en su país. Autor, inicialmente, de textos poéticos y de textos dramáticos, ejerció también el periodismo, produjo importantes estudios históricos, traducciones, polémicas y valiosos trabajos lexicográficos.
Aguerrido defensor de su nación, Palma incursionó en la vida política y llegó a participar en una rebelión armada que intentó tomar el palacio de gobierno, tras la cual se vio en necesidad de salir exiliado a Valparaíso, Chile, donde permaneció entre 1861 y 1862, años decisivos para su formación y posterior consolidación intelectual, especialmente en el campo de los conocimientos históricos. Beneficiado por una amnistía regresó a Lima, pero pronto partió a Londres y París. En esta ciudad publicó parte de su poesía, pero en seguida decidió volver al Perú, que era asediado por la invasión española de 1865, a la que combatió hasta verla vencida. Concluidos estos sucesos llegó a ser secretario del Presidente José Balta en 1868, pero distintas decepciones lo llevaron a retirarse de la política activa en 1872.
Ese mismo año, Palma empezó a publicar sus célebre Tradiciones peruanas, que serían publicadas en ocho series durante casi medio siglo, hasta su culminación en 1910. A éstas se agregarían en 1973 sus Tradiciones en salsa verde, dadas a conocer póstumamente.
Para Ricardo Palma, la tradición era una forma de presentar la historia, pero sin la rigidez ni las exigencias que solían caracterizar al discurso académico. En su perspectiva, la tradición se sostenía sobre los relatos escuchados por el autor en los espacios de la oralidad criolla, pero elaborados por el narrador en función de “popularizar los sucesos históricos”, para lo cual aquella forma tendría que ser “ligera y regocijada como las castañuelas, y cuando un relato le sepa poco al lector habrá conseguido al menos avivar su curiosidad”. Para lograr tales efectos, estimaba Palma, “el tradicionista tiene que ser poeta y soñador” y -por tanto- “escribir sus relatos con muchísimo de esmero y de pulimento en el lenguaje”.
Muchos escritores de nuestra América acogieron las ideas y propuestas del Maestro peruano, creando una verdadera tipología narrativa que llegó a integrar una corriente literaria empeñada en recuperar la memoria histórica de nuestros países como partes de las narrativas identitarias y los imaginarios nacionales de los mismos.
La Biblioteca Ayacucho ofrece entre sus colecciones amplias muestras del tradicionismo de Ricardo Palma que permiten a los lectores de hoy disfrutar y apreciar directamente las cualidades literarias de aquella forma narrativa: Cien tradiciones peruanas (Col. Clásica, 7, 1985), Tradiciones limeñas (Claves de América, 16, 1995), Tradiciones en salsa verde y otros textos (La Expresión Americana, 30, 2008) y un volumen de alcance continental, Tradiciones hispanoamericanas (Col. Clásica, 67, 1979), que visibiliza en gran variedad de autores y textos el legado del escritor peruano.
Alberto Rodríguez Carucci
