La Batalla de Ayacucho que traemos al corazón 200 años después es un portento de nuestra historia, es la finalización de una campaña militar que logra la libertad de la América del Sur. Tiene una dimensión histórica comparable a la invasión española de 1492, pues cambia de forma definitiva la composición del mundo, culmina la etapa bélica de la independencia de la América meridional y origina una era de libertad y soberanías nacionales en nuestro hemisferio con consecuencias trascendentales en la geopolítica mundial.

La historia no se repite, puede ser que haya ciclos con entronques semejantes en algún punto de la elipse. Esos momentos telúricos revolucionarios, de cambios bruscos y profundos que marcan un cambio de época, podemos concebirlos como un tiempo mesiánico, en los que el pueblo y sus líderes deben detenerse a proyectar una sociedad de justicia, igualdad, soberanía, unidad y paz.

Ayacucho en un tiempo lineal está en nuestro pasado, pero en el tiempo sagrado de la política está presente en la construcción de un mundo de paz, soberanía y unidad.

Nicolás Maduro Moros