La pureza de llamarse Vicente Gerbasi

Fue un niño hasta para morir; y vivió hasta el final de su inocencia, un 28 de diciembre, como ahora, como hace poco. Fue Canoabo, el villorrio donde naciera, de hojas sudorosas con relente a café y suena el ave quinquina y el trueno es un leopardo entre las nubes. La vez que el pueblo […]