El mariscal Sucre no avizoró que el triunfo de sus soldados en el frío valle de los muertos en 1824, que dio soberanía política a la América bolivariana, habría de darle otra independencia, la independencia cultural. Aquel nombre, Ayacucho, ya había sido objeto de evocación cuando Rufino Blanco Fombona imaginara una sociedad de libros y de memoria escrita que fuera trasunto de aquella hazaña que nos hizo libres y ciudadanos de nuestro propio destino.
El mismo nombre por donde cruza el vuelo del cóndor sería privilegio de otro invento cultural un 10 de septiembre de 1974 cuando un grupo de escritores e intelectuales determinó dar vida a una biblioteca de vastedad latinoamericana: La Biblioteca Ayacucho.
¿Quiénes fueron sus creadores? Del sur, del Uruguay recoleto, de la tierra de Quiroga, de Onetti y de Galeano, vino hasta nosotros Ángel Rama, su universidad personal, su docto saber; de la poesía y del conocimiento de las letras y de las ideas, acudió a la cita José Ramón Medina; de México trajo su filosofía y sus propósitos universales Leopoldo Zea, con el poeta Medina, regalaron su pasión literaria y creadora Oswaldo Trejo, Manuel Alfredo Rodríguez, Domingo Miliani, y Ramón Escovar Salón el intelecto político y humanístico. A medida que la Biblioteca respiraba y latía la vida de su juventud visitaron y se domiciliaron en su intimidad no pocos nombres señeros de la imaginación y la inteligencia, entre tantos, Miguel Otero Silva, Ramón J. Velásquez, Oscar Sambrano Urdaneta.
Entretanto, la Biblioteca dábase a difundir las letras de América Latina y del Caribe. El primer equipo editor cedería su prestigio y su nombradía a nuevos nombres. No tardaría la institución en madurar como la más vasta sala de lectura del pensamiento y la fantasía de la literatura del Continente y sobremanera la justiciera exhumación de las obras clásicas, harto tiempo sumidas en el desván de las colecciones privadas y los estantes de exclusivo comento y goce. Con pronta edición y difusión la Biblioteca colmó los callados hogares de las salas de lectura de las academias, las instituciones de Latinoamérica, el Caribe y del mundo.
Los clásicos convivieron con los modernos.
Hoy suman 261 títulos; 126 en las colecciones menores; 5 en las colecciones ilustradas. Sus publicaciones sobrepasan los 392 títulos. Las más recientes agotan el número de los 37 volúmenes. Otros retos ha asumido su prestigio, como son las de ediciones especiales, tales como las de los aniversarios del Discurso de Angostura del Libertador Simón Bolívar y la evocación de los 200 años de la Batalla de Carabobo. Otra edición especial prestigió al poeta y humorista Aquiles Nazoa, Poeta Enhumorado.
Es cierto que las crisis económicas que sufre Venezuela han incidido en el propósito vital de la Biblioteca Ayacucho como es el de editar y reeditar su tesoro bibliográfico sin ingratos retardos. Para enfrentar estos asedios, abrazó la vía del on line y ha editado más de 200 títulos descargables gratuitamente. No ha mucho, la Biblioteca asumió un acuerdo con CLACSO, (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales).
En beneficio de ese acuerdo, la Biblioteca pone a disposición de sus lectores una colección de títulos en digital de los clásicos y otros títulos, destinados a sus lectoras y lectores.
Fiel a su determinación de integrar nuestra región, al mundo a la cultura del libro y al de sus fundamentos humanísticos, la Biblioteca Ayacucho fortalece así su desvelo por prolongar con su nombre histórico aquella voluntad de los venezolanos quienes con Sucre y con el aliento y visión de Bolívar ofrecieron a los pueblos de América del Sur y del Caribe el ideario Bolivariano de independencia política, de los valores y de luces del espíritu.
Cada lectura de la Biblioteca Ayacucho es un libro inagotable y múltiple de ese esplendor.
Luis Alberto Crespo
